sábado, 3 de septiembre de 2011

Problemática ambiental, crecimiento económico y avance tecnológico. Origen, debate actual y consecuencias


Ningún tema ha atraído tanto interés y comprometimiento mundial como ha sido y es, el relacionado con los problemas del medio ambiente, por la realidad insoslayable de que el medio ambiente les pertenece a todos, les afecta a todos y, por tanto, les concierne a todos. El medio ambiente, si se intenta conceptualizar, no es más que el conjunto de elementos abióticos (energía solar, suelo, agua y aire) y bióticos (organismos vivos, incluyendo al Hombre) interrelacionados entre sí, que integran la delgada capa de la Tierra llamada Biosfera, sustento y hogar de los seres vivos.
Un cambio oportuno de mentalidad ha propiciado, a escala internacional, pero aún no global, la adopción de regulaciones, disposiciones, decretos y leyes, así como la aplicación de la ciencia, la técnica y la tecnología, a favor de un incremento de la calidad de la vida, la cual está ligada al uso y disfrute del medio ambiente, siendo este un proceso largo, paulatino, sistemático y no exento de dificultades e incomprensiones.
La problemática ambiental surge cuando salen a relucir las insatisfacciones de enfoques temáticos reductores de las realizaciones científico-técnicas y sociales, las cuales, al resolver un problema generaban otros, no previstos por la estrechez del marco conceptual y de referencia espacial y temático, incluso, en ocasiones, fue peor el remedio que la enfermedad. (Ayes, 2003).
Y se dice esto pues, “…Si bien la ciencia y la tecnología nos proporcionan numerosos y positivos beneficios, también traen consigo impactos negativos, de los cuales algunos son imprevisibles, pero todos ellos reflejan los valores, perspectivas y visiones de quienes están en condiciones de tomar decisiones concernientes al conocimiento científico y tecnológico…”. (Cutcliffe, 1990).
En las últimas décadas se ha producido un incremento del interés por la tecnología y han proliferado las reflexiones históricas, sociológicas y filosóficas sobre ella, tomando en cuenta sus fuertes interacciones con la ciencia y la sociedad.
Por una parte, la sociedad actual tiene una tendencia a estimular la participación de todos los integrantes del sistema productivo hacia el tránsito a tecnologías impuestas para el crecimiento económico individual y de las naciones, en conjunto con el desarrollo del potencial humano; adquiriendo gran importancia el conocimiento de tecnologías de avanzada, o sea, del “Conjunto de teorías y de técnicas que permitan el aprovechamiento práctico del conocimiento científico”. Ello sin tener en cuenta que la problemática ambiental (polución y degradación del medio, crisis de recursos naturales, energéticos y de alimentos), surgió, en las últimas décadas del siglo XX, como una crisis de civilización, la cual cuestiona la racionalidad económica y tecnológica dominante.
Por otra parte, tiene la tecnología estrecha relación con la ciencia hasta en su marco conceptual, teniendo en cuenta que la ciencia es el “Conjunto de conocimientos obtenidos mediante la observación y el razonamiento, sistemáticamente estructurados y de los que se deducen principios y leyes generales”; pues el trabajo científico es predominante, intelectual, creativo, pero no se puede realizar dentro del marco del pensamiento puro, requiere de ciertas capacidades, técnicas, medios de investigación, herramientas, o sea, requiere de la tecnología, la cual sirve para llevar a la práctica estos conocimientos obtenidos de manera científico-teórica, validar los resultados y generalizarlos más tarde a través de la innovación. Ello provoca impactos socio-económicos y ambientales, sin embargo, no siempre estos serán positivos o beneficiosos a la sociedad, sino que pueden ser y, de hecho, lo son, negativos o perjudiciales para la misma, a corto, mediano o largo plazo; el tema que nos ocupa esta ocasión es un ejemplo de estos impactos negativos precisamente por la búsqueda de altas utilidades económicas y extremo desarrollo tecnológico sin medir consecuencias.
Existe una percepción ético-política del trabajo científico, que incluye la clara concepción de que el mismo se realiza, sobre todo, para satisfacer las necesidades de la sociedad. Esa percepción es compartida por los actores involucrados en los procesos científico-tecnológicos y de innovación, y tiene sus raíces en las transformaciones sociales que el mundo ha vivido y la ideología que lo ha conducido.
El resultado del trabajo científico para que sea reconocido y aceptado debe satisfacer las normas y criterios convencionales de la comunidad científica. Así pues, este trabajo está estrechamente relacionado con la sociedad, o sea, a pesar de que científicos logren descubrimientos, el sujeto del conocimiento en realidad es la sociedad en sí.
Lo que es una verdadera lástima es que al aceptarlos no siempre se les realice una evaluación del impacto ambiental que podrían causar, puesto que, a pesar de que ya se ha llevado a cabo por muchos países, estrategias y un accionar profundo para revertir el proceso de degradación y miseria que vive hoy el mundo, este continúa y las metas del milenio siguen sin una respuesta decisiva para los países del tercer mundo, asimismo, la explotación sin límites de los recursos naturales, sobre todo de los combustibles fósiles, que tantos conflictos militares traen consigo, la falta de medidas contundentes para la conservación de la diversidad biológica, etc.; pero queda mucho, no tanto por decir sino por hacer, sobre todo con los países altamente industrializados que sólo ven y trabajan en pos de sus propios beneficios financieros, y por desgracia, para ello cuentan con todo el patrimonio natural, social y cultural de los países más ricos en estos y de menor crecimiento en sus economías deformadas.
Generalmente la conservación del medio ambiente y la protección de los recursos naturales se realizan sobre bases científicas, siempre y cuando existan la voluntad política, los recursos económicos y las condiciones óptimas en infraestructura y recursos humanos, para salvaguardar la naturaleza en beneficio de las actuales y futuras generaciones; aunque los problemas ambientales y sociales también existen por el propio avance de la ciencia y la técnica en el mundo industrializado de hoy. Esto pudiese verse como una contradicción, pero no lo es tanto así, pues con un poco de racionalidad económica se tendría otro poco de equilibrio ambiental y las tecnologías estarían en función de recuperar el Planeta, no de destruirlo.
Es por todo lo antes planteado que este trabajo persigue como fin, hacer un balance de la relación indisoluble entre la ciencia económica, la revolución científico-técnica y la situación ambiental, partiendo de sus antecedentes teóricos, hasta llegar al debate que hoy se levanta con más fuerza aún, respecto a este tema, a sabiendas polémico, e incurriendo finalmente en las consecuencias que trae para la humanidad y el entorno en que vive, la problemática ambiental, dada fundamentalmente por el crecimiento económico y desarrollo tecnológico, y la avaricia sin fin de unos pocos en contra de otros muchos.


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